Poggi pasea por el gobierno nacional buscando el favor libertario de cara a las elecciones de octubre

El gobernador fue a ofrecerse para que La Libertad Avanza no arme estructura para los comicios nacionales. El miedo a la situación del Adolfo y las reuniones con funcionarios nacionales sin anuncios importantes para San Luis.

ActualidadAyerRedacciónRedacción
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Por más que lo disimulen con comunicados optimistas, en Terrazas del Portezuelo no cayó nada bien el resultado electoral. El oficialismo ganó, sí, pero a un costo altísimo y con números que dejaron más interrogantes que certezas. El despliegue económico fue descomunal, y sin embargo el voto popular no acompañó con la contundencia esperada. 

Peor aún, en departamentos clave, el poggismo terminó siendo espectador de triunfos ajenos. Jorge "Toti" Videla en Pueyrredón y Maximiliano Frontera en Pedernera —dos nombres que no responden al corazón duro del poggismo— se quedaron con el control territorial.

Con esa mochila a cuestas, el gobernador salió de gira por los pasillos del poder nacional. No para pedir fondos ni obras, como sugieren sus gacetillas, sino para mendigar un gesto, que Javier Milei y su troupe libertaria no le armen competencia en octubre. Poggi quiere asegurarse que La Libertad Avanza en San Luis no tenga estructura propia. En criollo, que no le saquen votos.

Para eso, ya movió sus piezas internas, fogoneando la división del armado libertario y dándole juego al sector de Rodolfo Negri. Una jugada clásica del manual del operador político, dividir para negociar. 

Pero en Buenos Aires la historia es otra, allí lo miran con desconfianza. En la Casa Rosada saben que Poggi cambió de camiseta tantas veces como jugador en el fútbol del ascenso. Además, lo rodean denuncias de corrupción y una gestión que hasta ahora ha mostrado más cartelería que soluciones.

Además hay otra carta y la tiene Adolfo Rodríguez Saá. El histórico caudillo coquetea con presentarse como opción libertaria en San Luis. No lo haría solo, lo acompañaría nada menos el aval de la vicepresidenta Victoria Villarruel desde Buenos Aires y su fiel escudero puntano Bartolo Abdala.

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Mientras tanto, Poggi se saca selfies desesperadas con Toto Caputo y Patricia Bullrich. Reuniones que no dejaron ningún anuncio concreto para San Luis, pero que sirvieron para alimentar el álbum de campaña. Porque lo que en realidad fue a buscar el gobernador no son obras, sino ser aceptado en la rosca. 

En la crónica oficial, se dijo que fue a gestionar la reactivación de obras públicas. Pero las cifras que mencionó apenas alcanzan para arreglar algunas veredas. Y lo más irónico: muchas de esas obras fueron frenadas por su propio gobierno.

La desesperación por conseguir bancas en el Congreso es cada vez más evidente. El poggismo sabe que sin presencia legislativa, su margen de acción se achica. Por eso, Claudio Poggi ya no elige aliados, los ruega. Y en el intento, no duda en abrazar la bandera que hasta hace poco criticaba.

La política es el arte de lo posible, dicen. En San Luis, parece ser el arte de lo desesperado.

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