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La restricción que solicitó muestra su intención de seguir con el relato municipal, mantener el discurso único y evitar la rendición de cuentas respecto a la situación laboral del Municipio.
Actualidad“El hombre que tiene miedo sin peligro, inventa el peligro para justificar su miedo”, escribió Alain, ensayista y filósofo francés para poner en relieve la actitud de algunos gobernantes del país europeo. Esta analogía cabe de manera perfecta en la actualidad política e institucional de la ciudad de San Luis, comandada por Gastón Hissa.
Un intendente con una verba violenta (solo para las redes) que en la realidad se esconde detrás de una medida judicial para no dar cuenta, a pesar de su deber como funcionario público, de los más de 250 despidos que ordenó en la Municipalidad.
Esta semana el juez de Garantía N° 1, Juan Manuel Montiveros Chada por pedido de un fiscal adjunto en el marco de la causa judicial que Hissa, y un par de funcionarios municipales le iniciaron a dirigentes de ATE por acompañar a trabajadores despedidos.
La medida dispuso que el secretario general de ATE San Luis, Fernando Gatica, y otros integrantes del gremio, no pueden acercarse al intendente capitalino por el término de 60 días en una distancia menor a 300 metros. Esto incluye al edificio municipal, hogar de Hissa, lugar de esparcimiento, etc. Además impide que puedan contactar al intendente por cualquier vía como puede ser telefónica o virtual.
La resolución judicial impuesta a los dirigentes sindicales de ATE plantea interrogantes sobre la relación entre el gobierno local y los trabajadores, así como sobre los límites del ejercicio del poder por parte de las autoridades municipales. La prohibición de acercarse al intendente Hissa puede interpretarse como un intento de controlar la voz de los trabajadores y de evitar la rendición de cuentas por parte de las autoridades municipales respecto a la situación laboral en el municipio.
En simultáneo, siguen saliendo telegramas de despidos desde la administración judicial. La falta de respuesta por parte del intendente Hissa ante los despidos masivos ha generado malestar y preocupación entre los afectados y sus familias, así como entre la comunidad en general.
Hissa solo habla en medios controlados y que aportan al relato de que los despedidos son por ser “ñoquis”. Una narrativa que ni siquiera su equipo pudo armar decentemente ya que la mayoría de las bajas son madres solteras, personas con discapacidad y trabajadores que vienen de las gestiones de Enrique Ponce y Alicia Lemme.
La intolerancia del intendente al discurso diferente, demuestra en cierto modo una gran debilidad. Primero por liderar una gestión que hace agua en cada área, con una ciudad devastada por el propio merito de quien debería gobernar, y por el otro, como pantalla para tapar posibles hechos de corrupción y desfalco al Estado como son los viáticos y sobresueldos que Hissa y su gabinete se otorgarían desde que asumieron.
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