Rosca y Tongo: la semana política en modo opereta

El siguiente resumen ha sido creado con intenciones desestabilizadoras, un grotesco uso del lenguaje y obedece a personas obsesionadas con operar, incluso a sí mismos.

ActualidadHace 2 horasRedacciónRedacción
7 de junio - día del periodista (2)

UNA CUESTIÓN FAMILIAR

En la política puntana hay pases que valen más que un gol en tiempo de descuento, sobre todo si vienen con moño, firma y una 4x4 en la puerta de casa. El clan Leyes, que hace rato estaba archivado en la góndola de “ex”, encontró en el poggismo su ticket de regreso al escenario. No fue por votos, ni por gestión, sino por esa alquimia que transforma el olvido en contratos y en camionetas nuevas.

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Primero fue Alberto, quien tras años de desaparecer del mapa político reapareció brillante, pero no por ideas: lo hizo arriba de una 4x4 flamante, sonrisa incluida y foto en redes. Ahora, su hermana Mabel siguió el ejemplo —o la promo familiar— y estrenó la suya en la misma concesionaria. Parece que en Avanzar los gestos de lealtad se miden en cilindrada y tapizado de cuero.

Lo curioso no es el lujo, sino el costo político: para revivir a una familia sin peso ni territorio, el oficialismo puso plata y cartel. Un negocio dudoso si se piensa en lo que aportan. Pero claro, mientras la caja esté abierta y la billetera de Poggi siga “fresca” (gracias al aporte de todos), los Leyes seguirán facturando su nueva etapa. Al fin y al cabo, en el poggismo mérito se mide por lo que manejás (literal), no por lo que representás.

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LOS KUKAS VIOLETAS

Hay una nueva especie política dando vueltas por el país: los kukas violetas. Son esos dirigentes que durante años se rasgaron las vestiduras denunciando los micros del kirchnerismo, los choripanes militantes y las banderas costeadas supuestamente “con la nuestra”. Pero ahora, bajo el manto sagrado del Mileísmo, hacen exactamente lo mismo… solo que con más purpurina, teorías conspirativas y poquisima vergüenza.

En San Luis, cinco colectivos partieron rumbo al “Panic Show” del Presidente —una mezcla de acto, recital y terapia grupal— y no faltaron las selfies patrioteras y los videos de fe política. Según los propios asistentes, la senadora Arrascaeta fue la anfitriona del tour libertario. Lo que nadie aclara es si la lagisladora sacó la billetera o si la fiesta fue cortesía del Estado nacional, ese mismo que Milei juró achicar mientras canta “Panic Show” transpirando como si estuviera exorcizando al gasto público.

Entre los pasajeros, hasta se coló un concejal de La Punta que hace apenas unos meses se autopercibe libertario. Los mismos que gritaban “¡planeros!” ahora viajan en colectivo para aplaudir a un presidente que dice odiar a los que viajan en micro. 

EL PELUCA

Dicen que en política todo vuelv,  los aliados, los enemigos… y hasta el pelo. Carlos D’Alessandro lo entendió mejor que nadie. Después de un paso agitado por La Libertad Avanza, el ex libertario reapareció con una cabellera tan imponente que hizo recordar las épocas doradas de su militancia con Milei. Y aunque cambió de bloque, de discurso y de bandera, hay algo que conserva intacto: el apodo. Hoy, “El Peluca” original parece tener competencia directa desde San Luis.

La escena tiene su gracia. Mientras el mileísmo local busca un salvavidas entre comunicados confusos y alianzas imaginarias, D’Alessandro se pasea con look nuevo y agenda propia. Su salida dejó un vacío difícil de llenar por la organización que armó y el ruido que generaba. Desde entonces, los libertarios puntanos quedaron como la orquesta del Titanic, tocando con entusiasmo mientras el barco hace agua por todos lados.

Y ahí va el renovado D’Alessandro, con su melena al viento y sin mirar atrás, como si los escándalos fueran parte del peinado. Puede que ya no sea libertario, ni referente, ni aliado, pero de algo no quedan dudas, el tipo entendió el juego. En tiempos donde los discursos se despeinan fácil, él al menos se asegura de mantener el brushing impecable. Porque como diría el Bananero… el Peluca sabe.

PRÓXIMO DESTINO: EL COLEGIO DE ABOGADOS

El tren totalizador del poggismo no para. Después de copar la Legislatura, disciplinar concejos y alinear intendentes, ahora el destino es el Colegio de Abogados. Sí, ese espacio que alguna vez se pensó autónomo, con debates jurídicos y algo de dignidad institucional, hoy se convierte en otro casillero del tablero de Claudio Poggi. Porque el gobernador no quiere dejar ni una baldosa sin marcar con su sello, ni los tribunales, ni los gremios, ni ahora los colegios profesionales. Todo debe estar bajo el mismo paraguas, por si algún juez con inquietudes democráticas decide no obedecer.

La jugada consiste apoyar a la lista que ya conduce el Colegio, pero con refuerzos del Ejecutivo en lugares estratégicos. Funcionarios de Poggi metidos en la interna de los abogados, para garantizar que cada resolución, cada comunicado, cada silencio… suene al ritmo del Gobierno. Desde la oposición, los letrados más combativos denuncian la maniobra con resignación y acusan a la conducción actual de tibieza, porque mientras la Justicia provincial se acomoda al capricho del poder político, el Colegio parece mirar para otro lado, como si la independencia judicial fuera un tema menor.

No es casualidad ni paranoia. Poggi entiende que para dominar la Justicia no basta con los jueces, hace falta también tener a los abogados en fila. Que nadie moleste, que nadie denuncie, que nadie se atreva a discutir las medidas de disciplinamiento que el gobierno quiere imponer. El poder no se conquista solo en las urnas ni en los despachos, también en los colegios profesionales. Y en esa estrategia totalizadora, el próximo sello que busca el poggismo es el de los abogados. Porque, según su mirada, hasta la justicia debe tener dueño.

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