La metamorfosis electoral: Becerra de poggista a fanática de Milei

Mónica Becerra no aterrizó en la política de la nada. Fue diputada provincial bajo el sello del poggismo y luego ministra de Desarrollo Humano en la actual gestión de Claudio Poggi. De hecho, fue la primera funcionaria de alto rango en abandonar el gabinete, marcando una distancia temprana con el proyecto que la había puesto en ese lugar de poder.

Sin embargo, su trayectoria jamás mostró señales de simpatía libertaria. No hubo discursos, propuestas ni gestos que la vincularan con ese espacio. Por eso, su irrupción encabezando la lista de candidatos a legisladores nacionales de La Libertad Avanza para octubre es, como mínimo, un cambio brusco que no se explica solo por convicciones.

El propio Poggi intentó ponerle un marco al giro de su ex funcionaria. “Es fanática de Milei”, aseguró esta semana, como si la devoción ideológica justificara su protagonismo en la interna libertaria puntana. Pero lejos de aclarar, la frase terminó revelando más bien la incomodidad del gobernador con un movimiento político que parece salirse de su control.

Además, Poggi deslizó que su gestión se sostiene en un “consenso de partidos”, insinuando que las fronteras entre oficialismo y libertarios serían difusas. Un argumento difícil de sostener cuando los propios dirigentes libertarios locales no ahorran críticas contra el gobierno provincial y remarcan que nunca fueron parte del armado poggista.

La metamorfosis de Becerra no es solo un episodio individual: refleja el juego doble del oficialismo. Mientras Poggi insiste en despegarse del colapso libertario, la ex ministra continúa siendo potenciada desde los resortes del propio gobierno provincial. Una contradicción que deja al desnudo la fragilidad del discurso y la falta de coherencia en los movimientos políticos del poggismo.

En definitiva, la candidatura de Becerra es el espejo incómodo de un oficialismo que predica distancia, pero al mismo tiempo alimenta con gestos y respaldos el avance de quienes aseguran no tener nada que ver. Una metamorfosis que dice más sobre los vaivenes ideologicos de quien fuera hasta hace poco su lider político que sobre las supuestas convicciones de su protagonista.