Poggi inmoló a funcionarios de tercera línea para ganarse el favor de Milei y dejó en evidencia su gobierno de pensamiento único

Rompió relaciones con Libres del Sur, espacio que lo acompañó desde el día que traicionó al Partido Justicialista y se fue al PRO.

ActualidadAyerRedacciónRedacción
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Claudio Poggi está desesperado. Tan desesperado que ya no le importa ni la dignidad de su propia tropa. Esta semana, el gobernador de San Luis decidió prender fuego a un puñado de funcionarios de tercera línea para enviar una señal de sumisión total a Javier Milei. El mensaje fue claro: “Mire presi, yo también puedo purgar herejes”.

La excusa fue un cartel en una marcha. Sí, un simple cartel en una movilización por los derechos de los jubilados bastó para que Poggi armara un escarnio público y expulsara de su gobierno a dirigentes de Libres del Sur, el mismo espacio que lo ayudó a llegar al poder cuando decidió traicionar al PJ y mudarse al macrismo sin escalas.

Pero lo grotesco no fue solo el gesto, sino la puesta en escena. Poggi eligió la red social X para soltar la bomba, tratando de imitar el tono del líder nacional.

En el fondo, la purga fue más mediática que real. Los funcionarios sacrificados ocupaban cargos decorativos y sin relevancia en el ministerio de Acción Social. El costo político interno fue mínimo, lo importante era el efecto hacia afuera, hacia arriba, hacia Buenos Aires. A ver si Milei o alguno de sus satélites registraban el gesto de obediencia.

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Poggi no oculta su deseo de cerrar filas con los libertarios. Sueña con una foto junto a Milei, aunque sea en el fondo de una foto borrosa. Y en ese afán, está dispuesto a dinamitar lo que queda de su frente político.

En su comunicado oficial, intentó vender la jugada con un poco de prosa institucional: “En San Luis hemos conformado exitosamente un Gobierno de coalición, donde todos respetamos nuestras ideologías políticas de base, privilegiando la necesidad de cambio...”, una frase que suena tan vacía como su promesa de gobernabilidad amplia.

La respuesta llegó rápido, Joaquín Mansilla, líder de los apartados, no se guardó nada: “Usted, señor gobernador, siempre conoció nuestros posicionamientos sobre la política nacional...”. Y no se quedó ahí. Denunció el gesto como una decisión unilateral y anticipó que Libres del Sur no se irá en silencio. “Vamos a redoblar los esfuerzos para que en San Luis y en todo el país, este gobierno de tintes fascistas de Milei se vaya por el basurero de la historia”.

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La escena deja a la vista lo que muchos ya intuían, la coalición que gobierna San Luis se sostiene con alfileres y bajo un pensamiento único, el de Poggi. No hay lugar para matices, ni para la disidencia. Ni el PRO, ni la UCR, ni Todos Unidos, ni mucho menos Libres del Sur. El que no se arrodilla ante la doctrina del gobernador, vuela.

Poggi no solo gobierna como un CEO con ínfulas de influencer, sino que además lo hace bajo una lógica sectaria, que tolera solo lo que repite su discurso. Y en esa lógica, cualquier diferencia se convierte en traición, y cualquier aliado crítico, en enemigo público.

Mientras tanto, la provincia sigue a la deriva. Pero Poggi, al menos, ya tiene algo que mostrarle a Milei, su propia versión del fuego purificador. Aunque solo haya quemado a unos pocos, y aunque el humo no tape lo que verdaderamente importa.

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