Rosca y Tongo 30

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Este número viene plagado de verborragia y datos inchequeables. Huele peor que una vianda del PANE y obedece a vínculos políticos y financieros, tan escandalosos, como los dueños de este medio. 

LA POBREZA QUE DUELE 

En San Luis ya ni el frío tiene piedad. Un hombre murió acurrucado en la vereda del Correo, entre cartones, frazadas prestadas y la indiferencia oficial. No era un caso aislado, era uno más de los tantos que duermen bajo los ventanales del centro, en un edificio que ya no reparte cartas, pero sí abriga cuerpos desamparados. De eso no hay acto inaugural, ni selfie, ni drone sobrevolando. No garpa, es pobreza real, de la que no entra en el relato.

Mientras tanto, Poggi sigue vendiendo el eslogan del “cambio”, con la alegría forzada del que niega el incendio mientras huele el humo. El intendente Hissa, por su parte, parece haber encontrado su lugar en el mundo, lo más lejos posible de cualquier conflicto social que no tenga un dron y una cinta para cortar.

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Desde que asumieron en 2023, la receta ha sido clara. Ajuste, despidos, y cuando brota la miseria, hay que esconderla o acusarla de molesta, como a los limpiavidrios. El pobre no vota, pero molesta en la foto, entonces se lo corre, se lo calla, se lo congela.

Las ollas populares, sostenidas por sindicatos o por jóvenes con más empatía que presupuesto, son la postal más triste y más honesta de este modelo de gobierno. 

Un modelo que se jacta de combatir la pobreza, nadie sabe donde, pero que parece odiar más al que no tiene nada que al que se vende a sus filas. No es la primera persona que muere en menos de un año, un dato que no va a salir nunca en los medios. 

Llegó Poggi y San Luis cambió, claro que sí, ahora la gente se muere de frío en la calle. 

ES HORA DE TRABAJAR PARA JORGE

Tanta rosca, tanto relato y al final la traba estaba adentro. Después de meses de acusar a la oposición de dormir la siesta, resulta que los concejales oficialistas simplemente no estaban yendo a laburar. El intendente Jorge Gastón Hissa, que hablaba de bloqueos institucionales como si estuviera en una guerra fría municipal, ahora se encuentra con que bastaba con que su gente se aparezca por el Concejo para que las cosas avancen. Milagro de mayo, con un poco de presencialidad, hasta se aprobó la compra de colectivos para Transpuntano. ¿Vieron qué fácil era?

Pero no todo fue tan prolijo. El proyecto, como bien señalaron desde el bloque Justicialista, venía envuelto en papel celofán pero con trampa legal adentro. Redacción floja, atribuciones mal ubicadas, y una extraña necesidad de pedir permiso para algo que antes se hacía sin tanto show. Al respecto, El concejal Andrés Russo recordó que durante las gestiones de Ponce y Tamayo se compraban colectivos sin armar tanto circo legislativo. ¿Qué cambió? Ah, claro, ahora hay que construir épica mediática hasta para abrir una licitación.

Y ahora que pasó el recreo electoral, es hora de mirar para el despacho de Jorge. Porque con la excusa de la oposición ya gastada y el dedito señalador apuntando al lugar equivocado, se acabaron los pretextos. El intendente, que se atribuyó una victoria que no fue suya, debe ahora hacer lo que nunca hizo, gobernar. Con baches que parecen cráteres lunares y basura acumulada como si fuera una instalación artística, la ciudad necesita menos micrófono y más pala. Aunque, por lo visto, pedirle trabajo al intendente parece más difícil que las viandas del PANE no vengan en mal estado.

SE HUNDE EL TITANIC 

La diputada Eugenia Gallardo saltó del barco justo antes de que la orquesta terminara el último compás. El programa de asistencia alimentaria, bautizado PANE, hizo agua desde el día uno, con más promesas que pan y más discurso que comida. Lo llamativo no es que Gallardo se haya bajado, sino que haya tardado tanto en darse cuenta de que el programa era un monumento a la improvisación, un buffet de ineficiencia con olor a catering vencido.

El Titanic tenía botes salvavidas. El PANE, apenas bolsitas con arroz pasado. Mientras los intoxicados se multiplican y los funcionarios se esconden detrás de comunicados, el gobierno intenta tapar el desastre con las sobras de una campaña electoral que se tragó millones. 

Y para empeorarlo, el futuro cercano parece ser peor de lo que viene.Ya lo dice el folklore político: si algo funciona más o menos, dáselo a un radical y en una semana lo tenés destruido. Así parece que quiere hacerlo el gobierno, con la posible coordinación de Francisco Guiñazu, que fiel a su estilo ya esquivó la bala y no se hace cargo de los rumores que surgieron desde las entrañas del propio gobierno. 

Entre manoseos de gestión, facturas que nadie quiere firmar y ministros con más miedo que respuestas, queda claro que lo único nutritivo del PANE fue el escándalo. Porque mientras los pibes siguen esperando un plato digno, lo que reciben es un menú de cinismo institucional. Una generación marcada no por el alimento, sino por el veneno —y no solo el del estómago.

BAILA CON LA TUYA

Federico Trombotto no pierde el ritmo. Después de una campaña donde los billetes salían más fácil que un paso de cuarteto, ahora se lo ve bailando despreocupado en Terrazas del Portezuelo, como si nada. Y claro, cuando el DJ pone plata ajena, el bailecito es más liviano. El problema no es que baile, el problema es que lo haga sobre un campo minado de sospechas, con programas estatales que huelen más a negocio que a política pública.

La rosca ni se disimula, fondos direccionados, proveedores amigos y una coreografía de complicidades que se repite en loop. Y mientras el senador electo juega al olvido, las denuncias por asociación ilícita se enfrían en algún cajón con aire acondicionado en la Justicia. Trombotto baila, los fiscales miran para otro lado y la ética hace rato que no pisa la pista.

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