
Trabajadores acusan a los directivos de ejercer un régimen laboral inhumano, con amenazas, vigilancia ilegal y sanciones arbitrarias. El verdadero mando lo tiene un concejal que ya sueña con la intendencia.
Un informe tendencioso plagado de irregularidades, aseveraciones de la vida privada y la misoginia característica del secretario de Comunicación del gobierno fueron el coctel al que apelaron para difamar.
Actualidad04 de diciembre de 2024El gobernador Claudio Poggi y su aparato comunicacional están en su salsa. En lugar de responder con hechos a las críticas, eligieron la vía conocida: una operación mediática para desprestigiar a quien tuvo la osadía de cuestionarlo públicamente. Camila Dautorio, una empleada despedida del Hospital Central "Dr. Ramón Carrillo", expuso la corrupción, los despidos arbitrarios y el acoso laboral que se vive dentro del hospital más grande de la provincia. Lo hizo en la cara del gobernador, durante un acto oficial, frente a cámaras y micrófonos.
La respuesta del poggismo no tardó en llegar. El secretario de Comunicación, Diego Masci, activó su maquinaria de difamación, una herramienta que parece su único legado político. En menos de 24 horas apareció un informe laboral "revelador", rumores malintencionados y videos filtrados desde el propio hospital a medios alineados con el oficialismo. Lo que siguió fue un bombardeo mediático tan burdo como predecible, con tintes misóginos que ya son marca registrada en las operetas de Masci.
La misoginia como eje central
No es casualidad que las víctimas de las campañas de difamación del poggismo sean, en su mayoría, mujeres. Este año ya vimos ataques contra figuras como Cintia Ramírez y Anabella Lucero, y ahora le tocó a Dautorio. El patrón es evidente: cuestionar desde lo personal cuando no hay argumentos para defender lo político.
Dautorio relató que antes de dirigirse a Poggi había agotado las vías institucionales. Se reunió con el secretario de Ética Pública, Ricardo Bazla, y con el ministro de Gobierno, Facundo Endeiza. Ambos le dieron la misma respuesta: “No podemos hacer nada”. Ante la indiferencia oficial, optó por alzar la voz públicamente, y el costo fue convertirse en el blanco de un aparato comunicacional que no tolera las críticas.
El operativo en acción
El manual del poggismo es conocido, pero esta vez lo ejecutaron con una torpeza monumental. El Chorrillero, medio insignia del gobernador, publicó documentos y videos claramente filtrados desde el hospital.
Por otro lado, El Puntano, manejado por el productor y funcionario de Canal 13, Emanuel Moreno, atacó directamente la vida personal de Dautorio, en un intento por deslegitimar sus reclamos. Además dejó en evidencia una de las obsesiones del poggismo, tratar de involucrar de alguna manera al ex gobernador Alberto Rodríguez Saá en todo lo que le ocurre al gobierno.
No se quedó atrás Info San Luis, el medio propiedad de Joel Condori, conocido en San Luis por tener denuncias de explotación laboral, que replicó la operación sin disimulo y que gasta fortunas en publicidad cada vez que se activa la maquinaria.
Una gestión atrapada en su relato
Este episodio expone las fisuras de una administración que, tras un año en el poder, sigue actuando como si estuviera en campaña. Poggi parece no haber asumido que gobernar implica enfrentar críticas, y no esconderse tras un ejército de operadores mediáticos. La escena de un gobernador rodeado de guardaespaldas, temeroso de cruzarse con sus ciudadanos, es elocuente.
La realidad lo alcanza incluso en actos “arreglados”, donde las denuncias logran romper el cerco. Dautorio no solo denunció corrupción y acoso laboral en el Carrillo, sino que dejó al descubierto la fragilidad de un sistema que se desmorona mientras la administración se aferra a la propaganda.
Este es el poggismo en su versión más cruda: más preocupado por acallar voces que por solucionar problemas. Un gobierno que, ante la falta de gestión, prefiere el ataque personal y el uso indiscriminado de recursos públicos para sostener un relato que ya nadie compra.
Trabajadores acusan a los directivos de ejercer un régimen laboral inhumano, con amenazas, vigilancia ilegal y sanciones arbitrarias. El verdadero mando lo tiene un concejal que ya sueña con la intendencia.
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