Cancillería presentó un nuevo logo sin Malvinas ni Antártida y desató un fuerte cuestionamiento institucional

La Cancillería argentina quedó en el centro de una polémica inesperada luego de presentar un rediseño oficial que omitía dos elementos centrales de la política exterior del país: las Islas Malvinas y la Antártida Argentina. El error obligó a retirar el material en pocas horas y expuso tensiones internas sobre el manejo simbólico y comunicacional del Estado.

El diseño, impulsado por el secretario de Relaciones Exteriores, Pablo Quirno, buscaba modernizar la imagen del ministerio. Sin embargo, la ausencia de territorios estratégicos y constitucionalmente irrenunciables provocó críticas inmediatas de diplomáticos de carrera, exfuncionarios y especialistas en política exterior, que calificaron la omisión como “grave”, “inexplicable” y “contraria a los intereses permanentes del país”.

Un error que impacta en una causa de Estado

La cuestión Malvinas, reconocida por todas las administraciones como política de Estado, ocupa un lugar central en la agenda diplomática argentina. Lo mismo ocurre con la proyección antártica, respaldada por décadas de presencia científica, jurídica y territorial.

Por eso, la ausencia de ambos espacios geográficos en un logo institucional fue considerada mucho más que un desliz gráfico: para sectores del cuerpo diplomático, reveló desconocimiento o desatención sobre áreas sensibles de la política exterior.

Tras la repercusión negativa, la Cancillería retiró el logo de todas sus plataformas sin emitir un comunicado formal ni aclarar si el diseño había pasado por los controles técnicos habituales. La decisión de bajar el material, sin explicación pública, abrió interrogantes sobre los procedimientos internos y el nivel de supervisión política dentro del ministerio.

Mientras tanto, en ámbitos diplomáticos remarcan que los símbolos oficiales no son meros elementos estéticos, sino herramientas que proyectan la identidad y la posición estratégica del país. Por eso, advierten, cualquier modificación debe ser tratada con rigor institucional y no bajo criterios de marketing o simplificación gráfica.