Javier Milei enfrentó su marcha más incómoda: histórica movilización para evitar el cierre de las universidades públicas

Los jóvenes que no imaginan su vida sin "su universidad" y que estuvieron en las calles para mostrarles los dientes a Milei. Estudiantes movilizaron para defender la universidad pública junto a sus padres sindicalizados, otros dijeron presente como primeros egresados en su familia. Un millón de personas se plantaron.

Actualidad23 de abril de 2024RedacciónRedacción
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Al gobierno de Javier Milei le llegó su marcha más difícil, la que dejó a sus funcionarios sin respuesta. Un millón de personas que componen y respaldan a la comunidad educativa salieron a la calle en defensa de las universidades y la enseñanza pública. El centro de la Ciudad de Buenos Aires y otros epicentros del país se vieron copados por una marea humana que irrumpió en defensa de sus derechos. Una movilización que puso en su lugar a quienes pretenden romper con la transversalidad de una de las pocas políticas de Estado que sobreviven en Argentina.

La organización nació en los pasillos de cada facultad, en las casas, en las calles. Por parte de alumnos, docentes, no docentes y también no alumnos. La educación pública (nos) reúne a todos. Es un ámbito de nexo con cada comunidad, un espacio que integra y cruza la vida independientemente de cursar o no una materia. Por eso la presencia de los sindicatos y de las Madres de Plaza de Mayo, por ejemplo. Esa pulsión vital de estar y "bancar la parada" fue parte de la explicación de las plazas colmadas. Las fotos captadas por drones sintetizan la magnitud del evento. Quienes se fanatizan por saber exactamente cuántos fueron podrían aplicar el mismo método en el diseño de partidas presupuestarias.

Ya en el hall de la estación de Plaza Constitución estalló el fervor bien temprano, como en los otros centros de transporte que se vieron colapsados por la cantidad de viajantes. Bombos, platillos, banderas y cánticos. Centros de estudiantes organizados y los llamados "sueltos". Se cruzaban miradas de respeto en personas ajenas al asunto, algo que no se replicó en otro tipo de movilizaciones, como el último paro general de la CGT. Claro, el movimiento estudiantil no está demonizado, al menos por ahora.

De la plaza del Congreso a la de Mayo, miles y miles se trasladaron y atascaron -donde terminaba el horizonte solo se veían cabezas-, acompañados del ritual gastronómico habitual y vendedores ambulantes que aprovecharon a rasgar unos pesos en medio de la crisis. Y en cada uno de los que marchaban, sueños o reivindicaciones por contar y anteponer al ajuste libertario. 

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