Otro duro cruce entre Hissa y Silvestri por la ordenanza que prohíbe a los trapitos

El intendente lo mandó a apurar por los medios cercanos a los oficialismo. Ya habían tenido un encontronazo, cuando Laura Sánchez fue elegida presidenta del Concejo Deliberante.

ActualidadEl juevesRedacciónRedacción
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La interna oficialista entre el intendente Gastón Hissa y el concejal Mario Silvestri suma un nuevo capítulo, esta vez con aroma a venganza institucional. La excusa es una ordenanza para prohibir a los cuidacoches en la ciudad de San Luis. El trasfondo tiene que ver con una disputa de poder que ya tuvo su prólogo cuando Hissa le birló la presidencia del Concejo Deliberante a Silvestri para entregársela a Laura Sánchez, la concejal conocida por ser una tránsfuga política. 

Apretado por su propia necesidad de mostrar "mano dura", Hissa recurrió a los medios amigos para apurar públicamente a Silvestri, presidente de la Comisión de Legislación e Interpretación. “Le pido que lo traten y que lo saquen tal cual lo mandó el Ejecutivo”, lanzó sin anestesia, dejando claro que lo suyo no es el diálogo sino la imposición. El proyecto aún no fue tratado, y el propio Silvestri lo había empezado a trabajar meses antes, según comentó. 

“En agosto del año pasado hicimos un documento con más de 70 páginas sobre el tema. Hay cuestiones a tener en cuenta, capaz que con eso logramos unanimidad”, aclaró el edil, en tono diplomático pero con los dientes apretados. Y deslizó una advertencia, si el proyecto no se ajusta, no hay consenso posible. Ni adentro del recinto, ni afuera.

Silvestri sabe que el costo político de aprobar una norma impopular sin matices puede ser alto. “Nos van a pegar tanto la gente como en el recinto”, sentenció, como quien ya se huele la tormenta. En otras palabras, que Hissa se quede con el proyecto si quiere, pero que no cuente con su aval para otra jugada unilateral.

Lo cierto es que la herida no cicatrizó desde diciembre, cuando Hissa dejó sin nada a Silvestri tras prometerle la presidencia del Concejo. El edil había construido acuerdos, pero la lapicera del intendente borró todo con una rosca que puso en evidencia que ni los propios se salvan del capricho y las jugadas sucias. 

La semana próxima será crucial, o la ordenanza se acomoda para no romper la interna, o el oficialismo se regala otro round innecesario. Mientras tanto, los trapitos siguen, pero los trapazos vienen de adentro. 

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