Poggi apostó a la motosierra y ahora no sabe cómo parar el fuego

Firmó el ajuste con una sonrisa, pero ahora llora los recortes en casa. Poggi quiso ser el aliado perfecto de Milei, aunque no se banca las facturas del amor libertario.

ProvincialesEl martesMR. OPERETAMR. OPERETA
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Claudio Poggi se subió con entusiasmo al tren del ajuste. Aplaudió el recorte, firmó el Pacto de Mayo, se dejó fotografiar con Caputo como si lo uniera algo más que una reunión protocolar. Pero cuando las consecuencias aterrizan en San Luis, el gobernador se victimiza. Llora la caída de la coparticipación, alerta por los recortes y hace desfilar a su gabinete con cara de funeral. El mileísmo lo seduce en Buenos Aires, pero en la provincia no sabe cómo explicar que los platos rotos los pagarán los de siempre.

La caída del 26,3% en términos reales de la Coparticipación Federal durante mayo golpeó fuerte a todas las jurisdicciones, pero a San Luis la dejó tambaleando. La recesión nacional, el desplome de la actividad económica, el retroceso en el consumo y la recaudación, son parte del contexto. Pero Poggi no es un espectador inocente, él mismo eligió formar parte activa del experimento libertario, aunque ahora pretenda despegarse cuando el fuego llega a su puerta.

La doble vara del gobernador no sorprende. Es fiel a su historia política, para la tribuna nacional, se muestra alineado, obediente, disciplinado. En la interna puntana, hace malabares para explicar por qué el ajuste que abrazó con fervor ahora lo está dejando sin oxígeno. Quiere congraciarse con Milei, ganar influencia, conseguir bancas en el Congreso que le den aire político, pero esa operación tiene un costo y empieza a notarse.

Mientras él busca ser aceptado por La Libertad Avanza, su gobierno ya advierte que habrá nuevos recortes en San Luis “para equilibrar las cuentas”. Mayo fue un mes en el que se gastó sin control en favores y operaciones políticas, y ahora no hay cómo tapar los agujeros. La motosierra es para los otros. y cuando le toca en carne propia, la cosa cambia.

Poggi repite un patrón que lo define, mutar según la ocasión, ser funcional al poder de turno, pero sin hacerse cargo de las consecuencias. Fue peronista, radical, macrista, ahora quiere ser libertario. No importa el rumbo, importa estar cerca de la rosca. Y si el precio es la contradicción permanente, lo paga encantado.

El problema es que esa estrategia ya no disimula el desgaste. La gestión naufraga en su propio cortoplacismo y las promesas se diluyen con cada índice económico. Poggi aceptó las reglas de la motosierra, pero cuando le toca poner el lomo, busca la salida de emergencia.

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