Rosca & Tongo 26

Actualidad19 de abril de 2025RedacciónRedacción
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Estimados  lectores, los personajes y las historias reflejadas en este resumen, son reales y cualquier parecido con la realidad es a propósito.

AMOR, CORRALONES Y RUPTURAS

En San Luis, hasta las rupturas amorosas tienen impacto presupuestario. Esta semana, una separación de alto voltaje sacudió no solo las sábanas del poder, sino también los cimientos de algunos negocios con olor a corralón municipal. A los gritos, entre frases dignas de una telenovela turca, la funcionaria despechada le recordó a su ahora ex que le armó "un corralón y lo metió en los negocios". 

Detrás del drama romántico, asoma una historia más picante, contrataciones directas millonarias a la empresa del galán, con un patrón repetido y bien aceitado desde la intendencia que comanda Jorge Gastón Hissa (con su hermano Agustín como ladero de confianza). Las lenguas largas del sector empresarial ya venían denunciando este "romance" entre el municipio y sus proveedores amigos. Pero claro, mientras todo iba viento en popa en el amor, el negocio fluía sin sobresaltos. Ahora que Cupido se fue a pique, algunos temen que también se caiga el acuerdo con sello oficial.

A la municipalidad, dicho sea de paso, el culebrón sentimental le importa poco. Lo que realmente los desvela es cómo seguirán facturando. Si el corralón se cae, ¿Quién va a suplir su lugar ? Por lo visto, en la rosca del poder puntano, hasta los romances tienen cláusulas de exclusividad… y vencimiento.

SE BUSCA PROCURADOR

Por estas épocas, la toga (metafórica) ya no se gana con años de carrera judicial, sino con lealtades bien exhibidas y un poco de acting político. La pulseada por el cargo de procurador se transformó en un casting a cielo abierto entre dos aspirantes que no disimulan ni un poco sus intenciones. De un lado, Francisco Assat, el fiscal preferido del poggismo, que viene haciendo méritos como alumno aplicado del poder. Cada causa política cae en su escritorio y él, diligente, responde con una sonrisa y un fallo alineado.

En la otra esquina, Rafael Berruezo, el histórico operador judicial del poggismo, que parecía tener la silla asegurada pero se quedó esperando la señal que nunca llegó. La demora de Terrazas lo descolocó y ahora corre de atrás, aunque conserva una ventaja estratégica, su relación directa con Ricardo Endeiza, el vicegobernador. 

Mientras tanto, el gobernador Claudio Poggi mira todo con el entusiasmo de obtener algo que desea mucho. El Ejecutivo ya controla la Legislatura, la prensa amiga y parte del Poder Judicial, pero le falta esa joya de la corona que es la Procuración. El cargo no es menor, garantiza impunidad para los propios y un mazo para golpear a los díscolos. Por eso la rosca no es jurídica, es puramente política. 

JORGE EL NERVIOSO

A Jorge Gastón Hissa se le nota el temblor en la mandíbula. Ya no alcanza con una escenografía ni con actos de luces para tapar los pozos. Esta semana, el intendente montó otro show de gestión, con 200 luminarias colocadas —según él— para iluminar una ciudad que hace rato viene caminando a oscuras, y no solo por falta de lámparas. El problema es que la mentira tiene patas cortas, el concejal Divizia salió a mostrar que las farolas eran más imaginación que realidad. 

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La reacción del jefe comunal fue de manual, mandar los funcionarios a las redes, a batallar con tuits y comentarios como si estuvieran defendiendo una epopeya. Yanina Miranda y Agustín Hissa fueron los elegidos para dar la cara, o al menos prestarla, porque argumentos no llevaron muchos. La misión era sencilla pero patética, justificar lo injustificable y acusar al mensajero, no sea cosa que alguien preste atención al mensaje.

 Lo que no esperaban es que les devolvieran el archivo, el concejal Andrés Russo también salió al cruce y les recordó sus propios escándalos. Como el cobro de viáticos a modo de sobresueldo o los constantes pedidos de informe que nunca contesta la municipalidad.

Jorge está nervioso, y no es solo por la presión. Los números no le cierran ni en la planilla de Excel ni en la calle. La imagen de gestión se deshilacha, y la oposición aprendió a pincharle el globo (amarillo) con datos y memoria. 

PURA COPARTICIPACIÓN

La coparticipación en la gestión de poggi tiene un GPS caprichoso. Siempre encuentra el camino más corto hacia los amigos del poder. Esta vez, la fortuna cayó en Juana Koslay, donde el intendente y primer candidato oficialista, Toti Videla, recibió mil millones de pesos —sí, leyó bien— como adelanto de coparticipación. Es la inversión de campaña para que su delfín, Pedro Tangliente (más familiar que político), herede el sillón con el mismo entusiasmo con el que hereda apellido y espacio en la boleta.

El operativo es claro, hay que llenar la ciudad de posteos, carteles, jingles y abrazos impostados. Porque si algo no falta, es plata para publicidad. En Juana Koslay, falta el agua, pero no la pauta. Y mientras los medios repiten el nombre de Tangliente como si fuera una marca de gaseosa, la gestión se acomoda para hacer de la coparticipación una especie de tarjeta de fidelidad, cuanto más obediente el intendente, más puntos suma.

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Del otro lado del mostrador, los municipios opositores ajustan hasta los repasadores. Sin adelantos, sin refuerzos, sin guiños. Les toca pelearla con el vuelto mientras observan cómo los colegas oficialistas hacen campaña con una billetera que no es suya, pero que gastan como si lo fuera. Así se juega la democracia en San Luis, con la caja del Estado como premio y castigo según la camiseta.

ACTOS DONDE SE TOMA LISTA 

El acto de viviendas en San Luis no fue un evento, fue un pase de lista con escenografía. Quien no estuvo, se arriesga a quedar afuera del reparto. Porque en la lógica del poggismo, los derechos se convierten en favores y los favores, en premios por buena conducta política. Dos días antes del show, los beneficiarios fueron advertidos, había asistencia obligatoria, sin faltazos. Y así, entre carpetas celestes, el Estado hizo de maestro ciruela y anotó quién aplaudió y quién se distrajo.

La escena fue grotesca. Funcionarios repartiendo papelitos con nombres, caras largas por llegar tarde, punteros con birome en mano y un gobernador que necesita desesperadamente parecer popular aunque el apoyo se le desinfle como globo de cumpleaños. Nada de hablar de las viviendas con entregas demoras, ni de los funcionarios que se colaron para agarrar una. Lo importante es llenar la tribuna y sacarse la foto con el “pueblo agradecido”.

En este modelo de gestión, el que no baja línea, no cobra. Y el que no asiste, no califica. La vivienda, el plan, el subsidio, todo es parte del mismo sistema de premios y castigos, donde el oficialismo reparte según el grado de devoción. Así, Poggi convierte cada acto en un examen de lealtad. Y como en toda escuela autoritaria, el que no aprueba... se queda sin recreo

POGGI TIENE MIEDO (VOLUMEN II)

Poggi anda nervioso. No duerme bien. Se le nota en la mirada perdida y en las decisiones desesperadas. La última, mandar a sus alfiles a embarrar la cancha en la justicia electoral. Primero fue el logo del Frente Justicialista, que mágicamente dejó de estar permitido, como si el sello partidario tuviera vida propia y decidiera, de repente, ser ilegal. Después, la frutilla del postre, la intención de proscribir a Alberto Rodríguez Saá. Sí, proscribir. Palabra pesada, de otras épocas, pero que en San Luis se reestrena como si nada.

El gobernador vive obsesionado. Ve al Alberto en cada sombra, escucha su nombre hasta en el eco de los patios internos de Terrazas. Y mientras tanto, opera como emperador sin Senado. Que no lo comparen con Nerón por capricho, Poggi también tiene vocación incendiaria, aunque en su caso los fuegos son institucionales. Todo lo que no controla, lo quiere borrar del mapa. Y para eso necesita jueces amigos, aliados obedientes y partidos que no molesten.

El temor ya sobrepasa al peronismo y llegó hasta los libertarios. Donde el gobernador decidió arbitrariamente que en San Luis se juega sin Milei. Prohibido usar el nombre del presidente, prohibido el logo, prohibido crecer. 

Para eso, Rodolfo Negri cumple su papel de títere dócil en la interna libertaria, todo para garantizar que D'Alessandro y los suyos no molesten demasiado. Poggi sabe que si con toda la estructura, los fondos y los acomodos no logra una victoria contundente, el fracaso va a ser tan grande que nada va a poder disimularlo. El miedo no será sonso, pero ya empieza a oler a pánico.

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