El síndrome Hissa: Obras fantasmas, tarifazos y la ciudad cada día peor

Un relato desgastado y la realidad que contradice su verborragia. Esta semana vendió como "obra" la inauguración de 2,3 metros de alambrado en un Centro de Atención al Vecino junto al gobernador, Claudio Poggi.

Actualidad14 de julio de 2024RedacciónRedacción
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“El hombre que no vio a nadie”, es una fábula china que se enseña a los chicos en el preescolar y trata cómo la codicia puede llegar a cambiar nuestra realidad y la percepción que tenemos sobre todo lo que nos rodea. 

Había una vez un hombre en el Reino de Qi que tenía sed de oro. Una mañana se vistió con elegancia y se fue a la plaza. Apenas llegó al puesto del comerciante en oro, se apoderó de una pieza y se escabulló.

El oficial que lo aprehendió le preguntó:

– ¿Por qué robó el oro en presencia de tanta gente?

– Cuando tomé el oro – contestó –, no vi a nadie. No vi más que el oro.

La moraleja de la historia tiene que ver en que “La avaricia transforma todo lo que tenemos a nuestro alrededor”. Este relato puede ser incorporado a cualquier fragmento de la realidad política. Como por ejemplo la actualidad en la ciudad de San Luis bajo la gestión de Gastón Hissa como intendente. 

Desde el 10 de diciembre, la administración municipal colecciona traspiés y parece estar condenada a seguir haciéndolo. Con o sin fondos, ajustes y tarifazos, planes malogrados y funcionarios que no están a la altura desde la cabeza del Municipio para abajo. 

Es apresurado hacer afirmaciones a los 7 meses, quizás sí, pero el nivel de deterioro de la ciudad promete profundizarse más rápido que el relato oficial. Porque no hay pautas que vayan a la velocidad de la realidad ni coyunturas que puedan sortearse comunicacionalmente. 

La ficción en este caso no supera a la vida real y esta semana quedó muy de manifiesto. En un evento celebrado en la zona norte de la capital puntana, Hissa celebró y catalogó de obra, la colocación de 2,5 metros de alambre. 

Fue tanta la admiración por el nuevo tejido que hasta el propio gobernador participó del malogrado acto. Incluso hubo más de un comentario en el gabinete provincial. 

Las políticas de Hissa han sido consistentemente cuestionadas por ser una mera cortina de humo para encubrir una gestión deficiente y falta de transparencia. “Dato mata relato”, dicta la vieja frase aunque en la comuna la usen mal. 

Si se recorre la ciudad, se puede vislumbrar fácilmente la mala aplicación o incluso el fracaso total en el desarrollo de políticas municipales que discursivamente se presentaron como “soluciones” y hoy son un problema más para los vecinos. 

El plan ambiental resultó en más basurales improvisados que adornan las calles de la ciudad, en lugar de soluciones efectivas para el manejo de residuos.

El recambio de luminarias, otro de los pilares de su administración, ha sido objeto de críticas al descubrirse que muchas de las calles supuestamente "iluminadas con LED" ya contaban con este tipo de iluminación desde antes de su mandato, levantando sospechas sobre la verdadera ejecución de nuevas mejoras.

En cuanto al recientemente anunciado programa de repavimentación, si se tienen en cuenta los metros que se anunciaron, se vislumbra que consiste meramente en tapar pequeños baches.

El intendente parece haber establecido su propio karma. La autoescuela de 12 años de conocer la ciudad que siempre invoca no ha tenido ningún resultado. Como en la fábula mencionada párrafos atrás, su propio relato no lo estaría dejando ver la realidad. 

El tarifazo hizo estragos en los cansados bolsillos de los ciudadanos, acostumbrados a tener una estabilidad económica que desapareció desde el 10 de diciembre pasado. Con la rendición de fondos del propio municipio, no parece más que un capricho hacer explotar la economía local subiendo las tasas considerablemente y a vísperas de un nuevo ajuste en la tarifa de Transpuntano. 

Podrá la intendencia enderezar una nave que chocó a propósito con el iceberg, solo porque al capitán le pareció lo más acertado. El crédito de un gobierno nuevo ya fue consumido, así lo demuestran las redes sociales y el clamor popular, que sobrepasa los miles de pesos en publicidad y hace sombra en los interés políticos que están en juego. 

El flojo nivel de los funcionarios es otro problema, los que venían a “cambiar las cosas” no solo que no las cambiaron, sino que cayeron en las redes comunes de colocar familiares en el Estado, beneficiar a empresarios amigos, etc; lo que discursivamente venían a cambiar lo articularon en 6 meses.

Hissa todavía no puede explicar cómo la Ciudad que estaba tan mal, según su relato, está peor desde su llegada. Tampoco quiere dar cuenta del movimiento de los fondos (partidas millonarias enviadas por el gobierno provincial) de los cuales se desconoce el destino. 

¿Cuál será el oro que persigue el intendente? ¿Hasta dónde se puede alegar la propia torpeza y estirar el relato? 

Son interrogantes que surgen desde la realidad paralela en la que vive el jefe comunal, un poco por su propia mitomanía y otro poco por creerse el relato. 

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