
Trabajadores acusan a los directivos de ejercer un régimen laboral inhumano, con amenazas, vigilancia ilegal y sanciones arbitrarias. El verdadero mando lo tiene un concejal que ya sueña con la intendencia.
El intendente salió inmediatamente a aprovechar el trabajo de los trabajadores para hacer algunas imágenes y subir a sus perfiles. Pero los vecinos no pueden comunicarse con el Municipio ya que la línea dispuesta está sin servicio.
Actualidad06 de enero de 2025Si algo ha quedado claro en la gestión de Jorge Gastón Hissa como intendente, es su habilidad para convertir cada inconveniente en una oportunidad fotográfica. Mientras las ráfagas huracanadas de 120 km/h asustaban a los puntanos, arrancaban árboles de Plaza Pringles y dejaban sin techo a varios negocios, el intendente tenía otra prioridad: la selfie perfecta para sus redes.
Desde las 7 de este lunes, los estragos se multiplicaron: árboles caídos, postes de luz tambaleantes, techos arrancados, cortes de electricidad generalizados. En medio de este desastre, la línea 147, supuestamente destinada a recibir pedidos de auxilio, simplemente no funcionó. Tampoco los vecinos cuentan con otras vías que antes existían como, la burbuja de ayuda en SIGEM o la línea de Whatsapp.
Claro, el 147 ya no es lo que era. Antes, un equipo de operadores municipales atendía de forma ágil las necesidades de los vecinos. Pero Hissa decidió "modernizarlo": echó al 80% de los trabajadores y entregó el servicio a una empresa privada. Una firma, por cierto, que tiene vínculos con una funcionaria de su gabinete y factura millones de pesos mensuales al Municipio.
¿El resultado? Una línea fantasma, inútil en situaciones críticas como el temporal. Mientras los vecinos desesperaban por un canal de comunicación, los trabajadores municipales, sin acceso a información actualizada sobre los sectores más afectados, deambulaban por la ciudad, un caos absoluto, alimentado por una gestión que prefiere los contratos jugosos a las soluciones reales.
La escena de Hissa recorriendo las calles, escoltado por su equipo de comunicación, es casi grotesca. Mientras el intendente simulaba sacar una rama ya separada por el personal municipal, los puntanos ven una ciudad que se hunde en el desorden.
El lunes quedó en evidencia lo que muchos ya sabían: para Hissa, gobernar no es más que una extensión de su perfil de Instagram. Y los vecinos, esos que no tienen cómo comunicarse cuando más lo necesitan, están pagando el precio de su gestión decorativa y vacía.
Trabajadores acusan a los directivos de ejercer un régimen laboral inhumano, con amenazas, vigilancia ilegal y sanciones arbitrarias. El verdadero mando lo tiene un concejal que ya sueña con la intendencia.
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