El oficialismo intentó "limpiar" la imagen de Hissa con una encuesta y generó una catarata de críticas en su contra

En un movimiento desesperado por recuperar la alicaída imagen del intendente de San Luis, Gastón Hissa, el círculo cercano al gobernador realizó un intento fallido de lavarle la cara a través de una encuesta pagada. En este ejercicio, Hissa, de manera insólita, escaló diez posiciones en la valoración pública (respecto del mes anterior), un resultado que generó más risas que credibilidad entre los vecinos de la ciudad.

La maniobra, claramente orientada por los medios aliados y financiada con pauta oficial, buscaba instalar la idea de un resurgir de la popularidad del intendente. Sin embargo, la opereta resultó ser un tiro en el pie. Las redes sociales se llenaron de críticas mordaces y comentarios que reflejan la verdadera percepción de los puntanos.

Especialistas consideraron que la suba de lugares es sospechosamente arbitraria. "Pasó de estar entre los peores a saltar 10 escalones. Se apuraron en limpiarle la imagen y se notó mucho que metieron mano en la encuesta", advirtió un encuestador local. 

Los vecinos no tardaron en señalar la discrepancia entre la encuesta y la realidad palpable de la ciudad. Las calles puntanas se encuentran en un estado calamitoso, plagadas de basurales, con servicios públicos colapsados, y una gestión municipal que parece haber abandonado a su suerte a los vecinos. La indignación se amplificó con las recientes y arbitrarias decisiones del intendente de despedir imponer un brutal tarifazo en las tasas y el transporte público.

Lejos de mejorar, la popularidad de Gastón Hissa sigue cayendo en picada. Este episodio no hace más que confirmar lo que muchos ya sospechaban: el poggismo, por más que intente subestimar la inteligencia de los ciudadanos con sus operaciones mediáticas, ya no tiene la capacidad de manipular la opinión pública a su antojo.

El malestar en San Luis es palpable, y la desconexión entre las aspiraciones del poggismo y la realidad de los puntanos se ha hecho más evidente que nunca. El intento de revertir la percepción pública de Hissa ha fallado estrepitosamente, dejando al descubierto que la confianza en la gestión municipal se ha erosionado hasta niveles alarmantes.