Desesperados por no perder las elecciones, Poggi e Hissa mandaron a vandalizar los carteles del Frente Justicialista

Fotos y denuncias de vecinos en distintos puntos de la ciudad retrataron vehículos de la gestión municipal rayando la cartelería de la oposición. Juego sucio a falta de buenos números.

Actualidad02 de mayo de 2025RedacciónRedacción
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Cuando las encuestas no dan y el termómetro social marca frío, el oficialismo saca las uñas. En San Luis, la gestión de Claudio Poggi y su alumno en la capital, Jorge Gastón Hissa, parece haber optado por cambiar el voto ciudadano por brochas y aerosoles. No por amor al arte, claro, sino para embarrar la cancha electoral.

Fotos, videos y denuncias vecinales de distintos barrios muestran lo que ya no se puede ocultar. Grúas municipales —sí, las que deberían usarse para trabajar por la ciudad— fueron vistas en plena tarea de rayar y tapar carteles del Frente Justicialista. Todo, bajo la oscuridad del operativo sucio que el oficialismo prefiere no comentar, aunque las imágenes hablan solas.

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Las pintadas se repiten con una estética burda y un mensaje tan pobre como su autoría. Letras torpes, insultos al voleo y un nivel de virulencia que huele más a desesperación que a convicción política. A falta de gestión real, a falta de propuestas, a falta de respaldo popular, lo que queda es la vieja táctica de ensuciar al otro, literalmente.

Pero lo más grave no es la falta de creatividad, sino el uso de recursos públicos para ejecutar actos partidarios ilegales. Vehículos del Estado, choferes municipales, pintura, tiempo de trabajo, todo pagado con el bolsillo de los vecinos para dañar a quienes no comulgan con la doctrina poggista. 

En lugar de caminar los barrios, dar respuestas y convencer con ideas, Poggi e Hissa eligen el atajo más miserable. No pueden mostrar gestión, no pueden exhibir logros, entonces apuestan al vandalismo con uniforme y chapa oficial, un reflejo del miedo que empieza a corroer los cimientos del poder.

El oficialismo ya lo dejó claro —una vez más— que cuando pierde en la cancha, prefiere patear el tablero. 

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