El Patrón del Crédito

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Mientras el intendente acusa a ATE de “no trabajar”, en su propio municipio abundan las licencias gremiales, las mutuales millonarias y los dirigentes que hace años no pisan su puesto. Todo esto, en una gestión que presume un superávit de más de 10 mil millones de pesos.

Mientras los municipales siguen reclamando un aumento que nunca llega, algunos secretarios generales acumulan décadas de licencia gremial y viven más cerca del poder que del trabajo.

Son, casualmente, los mismos gremios que no cuestionan la política salarial del intendente y que suelen acompañar cada anuncio oficial con un aplauso descarado.

“En el municipio, la lealtad tiene recibo de sueldo”, ironizó un trabajador que pidió reserva de identidad, al describir la relación entre los gremios aliados y la gestión municipal.

El caso más llamativo es el del Secretario General del Sindicato Municipal, Alejandro Sosa, que ostenta casi media década sin trabajar, y que ya con sus 76 años claramente debería estar jubilado. De cerca, Edgar Magallanes, Secretario General de Aguas Sanitarias con 40 años de antigüedad, sigue el mismo camino: sin reclamos, sin paros y con beneficios que se multiplican a medida que crecen las deudas de los trabajadores. 

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Y si los dirigentes con licencia no están en las calles ni discutiendo paritarias, ¿en qué ocupan su tiempo? 

En los últimos años, el movimiento sindical municipal descubrió una nueva vocación: la financiera. A través de las mutuales con convenio, el salario se transformó en materia prima. Lo que antes era militancia gremial, hoy es gestión de préstamos.

Cada mes, el municipio descuenta directamente de los recibos de sueldo las cuotas de esos créditos, asegurando la cobranza. El sistema mueve más de cien millones de pesos mensuales y se presenta como una “ayuda” al trabajador, aunque en la práctica funciona como un laberinto de deudas sin salida.

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“Te prestan para llegar a fin de mes, pero te descuentan antes de empezar el próximo”, ironiza un empleado que resume la paradoja de trabajar solo para pagar.

Mientras tanto, el intendente sigue posando para la foto.
Habla de “beneficios” y “superávit”, pero en los barrios no hay alumbrado, las calles parecen trincheras y los empleados municipales hacen malabares para sobrevivir con sueldos pulverizados.

El municipio presume tener más de 10 mil millones de pesos de superávit, pero los trabajadores siguen comiendo a crédito, pidiendo préstamos para pagar la luz o comprar alimentos.

“El dinero sobra, pero no donde debería.”

En la San Luis del “Patrón del Crédito”, los únicos que cobran puntuales son los que descuentan antes de pagar. Y mientras los municipales se endeudan para poder comer, la ciudad aprende una nueva lección de economía local: cuando el salario no alcanza, siempre hay alguien dispuesto a hacer negocio con tu hambre.

 Spoiler: “Si recibiste un cheque del Sindicato Municipal, revisa el homebanking, porque empezaron los rechazos del mes”

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