Silvestri disparó contra el veto de Hissa a la ordenanza de escaparates: “Es vago y sin sustento”

El intendente bloqueó un proyecto aprobado por el Concejo, impulsado por un concejal de su propio espacio. El veto, sin publicación oficial y con argumentos endebles, reavivó la interna en el oficialismo capitalino.

ActualidadHace 5 horasRedacciónRedacción
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Otro capítulo en la novela política que enfrenta al intendente Jorge Gastón Hissa con el concejal de su bloque, Mario Silvestri, se vivió este jueves. Esta vez, el detonante fue el veto a la ordenanza de escaparates, una iniciativa aprobada con ocho votos en el Concejo Deliberante, pero desactivada por el Ejecutivo con una torpeza técnica y política difícil de justificar.

El intendente vetó el proyecto sin siquiera publicarlo en el Boletín Oficial, un paso básico para dotar de validez legal a cualquier ordenanza. Además, los fundamentos del veto rozan el amateurismo: se habla de costos inexistentes, se cuestiona la legitimidad del tratamiento y se desestima el sentido cultural y patrimonial de los escaparates, un símbolo tradicional de la identidad puntana.

Silvestri, autor de la propuesta, no se guardó nada. “Los argumentos son vagos, sin sustento, y da la impresión de que les molesta más el mensajero que el mensaje”, disparó el edil, dejando en evidencia el trasfondo político del conflicto. Para él, el veto no responde a criterios técnicos sino a una disputa interna dentro del oficialismo municipal.

El concejal recordó que de los 29 escaparates que existían en la ciudad, hoy solo quedan 12 activos, y que la mayoría de ellos ya no venden diarios ni revistas, sino artículos de todo tipo. Según explicó, el proyecto, lejos de generar gastos o imposiciones, buscaba preservar la memoria urbana y ordenar un espacio en decadencia.

El veto, sin embargo, exhibió otra cosa,  la incomodidad de Hissa frente a la autonomía de sus concejales. La decisión de vetar un proyecto propio deja al descubierto un intendente que no tolera disidencias ni siquiera dentro de su tropa.

En el fondo, lo que se discute no es una ordenanz, sino el poder real dentro del oficialismo. Mientras Silvestri busca marcar una identidad política propia, Hissa intenta mantener el control a fuerza de decretos y vetos. El resultado es una gestión que empieza a enredarse en sus propias internas. 

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