
Editorial
El gobernador anunció la reactivación del Centro de Deshabituación de La Toma, paralizado por su propia gestión durante casi dos años pese a tener un 85% de avance. La oposición lo acusa de hacer marketing con la salud pública.
Provinciales05 de agosto de 2025Este lunes, Claudio Poggi se mostró en La Toma para anunciar la reactivación del Centro de Deshabituación al Consumo Problemático y Adicciones, un espacio pensado para complementar la tarea de los centros preventivos de la provincia. La escena parecía un impulso renovador, pero escondía un dato que incomoda: la obra fue paralizada por el propio Poggi tras asumir el gobierno.
El edificio, ubicado en las afueras de la localidad cabecera del departamento Pringles, llevaba casi dos años abandonado pese a que su avance era del 80 al 85%. Había sido iniciado durante la gestión de Alberto Rodríguez Saá, pero la administración actual lo dejó en pausa mientras las demandas del municipio y de la comunidad se multiplicaban.
Críticas por la demora y el uso político
El diputado nacional Ernesto “Pipi” Nader Alí no dejó pasar la oportunidad de cuestionar al gobernador y su accionar. “Abandonaron una obra clave para la salud pública durante dos años. Tenía un 85% de avance y lo dejaron morir”, denunció en sus redes.
El legislador fue más allá y apuntó contra el uso político del anuncio: “Ahora vuelven, apurados por la foto. Pero la salud no puede ser marketing. Tiene que ser política pública. Exigimos que se termine y se sostenga. Porque la salud mental no puede esperar”.
Marketing versus política pública
El caso del Centro de Deshabituación de La Toma deja al descubierto una estrategia repetida, congelar obras heredadas para luego reactivarlas bajo sello propio. La demora, sin embargo, tiene un costo que no aparece en los comunicados oficiales. Durante dos años, la región careció de un espacio clave para atender a personas con consumos problemáticos, mientras las estadísticas de adicciones en la provincia no dejaron de crecer.
El anuncio de Poggi, lejos de ser un logro de gestión, se convierte en el retrato de una política que parece más preocupada por la foto que por la urgencia social. La obra vuelve a arrancar, pero el tiempo perdido no se recupera.
Editorial
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