Rosca y Tongo 33

Con una coyuntura difícil y en una provincia donde el gobierno provincial impone a fuerza de pauta el discurso oficial. Celebramos a esos periodistas y comunicadores que la luchan a diario, sortean la discriminación por pensar distinto y esquivan la persecución de Terrazas.

Homenajeamos a los que no se conforman con un desayuno o una agenda cada 7 de junio, a los que se animan a emprender en un mundo con tantos obstáculos y los que eligen no mirar para otro lado, desde sus cargos docentes o institucionales. 

No hay pauta que calle la voz del periodismo ni contrato en el canal para garantizar el silencio. Elegimos decir lo que queremos, manifestar desde donde lo hacemos y como. La resistencia periodística se hace en la calle, en las redes y en cada rincón, a pesar de que nos saquen el laburo o nos quieran desacreditar los mismos de siempre. Para nosotros hacer periodismo es decir siempre LA VERDAD AUNQUE MOLESTE.

HORRORES 

Hablando del 7 de junio, justo cuando creíamos que el Concejo Deliberante de San Luis no podía superarse en papelones, llegó el homenaje al periodismo. Bueno, “homenaje” es una forma generosa de decirle a ese mamotreto que presentaron los concejales del poggismo para enaltecer a un periodista amigo. Ni el corrector automático de Word quiso hacerse cargo. Oraciones inconexas, errores básicos de sintaxis y una prosa que parecía escrita por un burro apurado en la siesta.

Pero lo más grave no es el desastre literario, sino lo que esto revela, la pobreza intelectual del bloque oficialista. No abren la boca en las sesiones ni para pedir agua, y ahora ni siquiera pueden redactar un párrafo sin exponer su ignorancia. Funcionan como una escribanía muda del Ejecutivo, votando a mano alzada lo que les mandan, sin leer, sin preguntar, sin pensar. Y así están, perdiendo el sentido de la palabra y de la política al mismo tiempo, todas las características principales del modelo que encarna Jorge Gastón Hssa.

Lo cómico es que intentaron rendirle tributo a un comunicador con un texto que lo deshonra. Un periodista con una pizca de racionalidad debería devolverles el gesto con un taller de redacción urgente. 

ENOJO Y CASTIGO 

En la San Luis de Poggi, los impuestos no se anuncian, se descubren. Así se enteraron los comerciantes del nuevo cobro de Ingresos Brutos sobre billeteras virtuales, no por una comunicación oficial, sino por una notificación en el celular. El gobierno, rápido de reflejos como siempre, aclaró que no es un impuesto nuevo. Solo se sumó a los ya existentes. Es decir, el incendio no es nuevo, ya no solo se prende fuego el comedor sino que ahora también incluye la cocina. 

En una provincia donde las ventas se desploman y el consumo apenas respira con respirador fiscal, la fórmula elegida es digna de una novela de mal gusto, agregar una carga más. Para reforzar la jugada, mandaron a una de las Cámaras de Comercio—de esos que responden más al poder que a los propios colegas— a bancar la medida públicamente. Una defensa tan poco convincente como la de Boca Juniors, durante el último torneo. 

La reacción fue inmediata. aumentos en los precios, bronca en las cajas y un clima de hartazgo que ni los descuentos del Banco Nación pueden calmar. En este juego perverso, nadie quiere perder pero todos terminan perdiendo. El comerciante que recauda menos, el cliente que paga más, y el gobierno que insiste en administrar con la lógica de castigo. 

OTRA QUE SE VA 

Cuarenta familias, cuarenta historias que se esfuman detrás de un portón cerrado, sin acto oficial ni corte de cinta. La fábrica Avery Dennison cierra sus puertas y se suma al cementerio industrial de San Luis, pero nadie corta clavos en Terrazas del Portezuelo. Al contrario, allá están ocupados organizando recepciones para funcionarios libertarios, practicando genuflexiones y viendo cómo ajustan un poco más el cinturón de los otros, claro.

Mientras en otras provincias. los gobernadores se calzan el overol para rescatar industrias, Poggi se calza el barbijo, pero para no oler el humo de la crisis. Que cierre una fábrica más parece ser solo un detalle menor en su Excel de recortes. Total, si no hay trabajo, que vendan turrones o medias en la peatonal, ¿no?. 

Porque, seamos francos, en la agenda del gobernador, rescatar puestos de trabajo no rankea. Esta semana se cargó a 3.000 del Plan de Inclusión sin que le tiemble la pera. La política económica de Poggi es como una etiqueta mal impresa de Avery, se despega sola. Y mientras la provincia pierde empleos, él pierde el rumbo, pero se gana el aplauso de Casa Rosada. Qué festín.

DUEÑO Y SEÑOR

En el canal estatal, el que manda no firma nada. Ni boletas, ni contratos, ni siquiera asistencia. Facundo Santarone no aparece en los organigramas ni en los partes de prensa, pero su sombra camina por los pasillos del edificio como si fueran las galerías de su casa quinta. Los directores Pascuarrelli y Gurlino, que deberían conducir los destinos de la emisora, se comportan más como porteros de lujo que como autoridades. Apenas escuchan el eco de sus mocasines, se acomodan los pantalones, abren las puertas y esperan órdenes.

Santarone es ese tipo de operador que ya ni disimula. Saltó de la famosa puertita azul de calle Mitre —ese kiosco con habilitación permanente— directo al set del canal público, sin escalas ni nombramientos. Desde allí, mueve los hilos con una tranquilidad pasmosa, como si el canal fuera parte del paquete accionario que maneja desde las sombras. Decide quién entra, quién sale y quién se calla. Si te portás bien, quizás te gane un contrato; si te pasás de vivo, ni micrófono te queda.

Siempre se vistió de invisible, pero ahora se conduce como un delegado sin credenciales que recibe más reverencias que un ministro. Técnicos y periodistas ya naturalizaron el ritual, "Guarda que está Facundo", "consultalo con Facundo", "cuando llegue Facundo que me avisen". Es el hombre que todos ven pero nadie menciona en voz alta, no sea cosa que se enoje el patrón que no es patrón, pero manda más que cualquiera.