Rosca y Tongo: episodio 12

ActualidadEl sábadoRedacciónRedacción
Diseño sin título (10)

Estimado lector, el siguiente resumen está plagado de errores, operaciones encubiertas, críticas de mesa de café, alucinaciones de gente insano maníaca y mucha imaginación de los redactores, acompañado con una leve pizca de información. 

No se recomienda su lectura si usted es oficialista a sueldo, practicante de la moralina, editorialista millonario, amante de la pauta o comunicador de cristal. 

Sean bienvenidos a la vuelta 12…

UNA JUEZA MILITANTE 

Si la justicia fuese un juego de cartas, María Eugenia Bona sería el comodín favorito del poggismo. Desde su trinchera en el Juzgado Laboral N° 2, Bona parece no solo impartir justicia, sino también instrucciones políticas al mejor estilo escribanía oficial. ¿Una jueza imparcial? Difícilmente. En San Luis, su despacho es la parada obligada de abogados bien conectados y operadores políticos que entran con carpetas y salen con favores.

Lo curioso es que, mientras los medios oficialistas se desgarran las vestiduras por la independencia judicial, Bona pasa de largo en sus editoriales. Quizá sea porque, en una provincia que elogia la “meritocracia” al punto de la obsesión, la jueza Bona es la excepción dorada. ¿Sus números? Más de 320 sentencias revocadas en un año, de un total de 370. Un récord que haría sonrojar hasta al juez más inexperto, pero aquí parece ser motivo de aplausos entre bastidores.

La paradoja de Bona no es solo estadística, sino histórica. Llegó a su cargo en la dictadura y, como un mueble viejo que nadie se atreve a mover, sigue ahí, acumulando polvo y sentencias cuestionables. En cualquier otro contexto, su rendimiento sería la primera cabeza en rodar bajo el escrutinio de la vara meritocrática de Claudio Poggi. Pero claro, la vara se ajusta dependiendo de quién sostiene el mango.

Lo cierto es que Bona no es solo una jueza con fallos dudosos; es la jugadora estrella del equipo político. Fue ella quien paralizó obras clave el año pasado, obedeciendo al manual de guerra del poggismo. Algunas se retomaron, otras quedaron como monumentos al absurdo administrativo, pero el mensaje quedó claro: en San Luis, las causas políticas siempre encuentran un juez “amigo”.

En este contexto, Bona no opera como garante de la justicia, sino como puntera política. La toga es un disfraz conveniente, pero su rol en el tablero de poder es evidente. ¿Qué diría la ciudadanía si conociera los entretelones de su despacho? Quizás nada, porque en esta provincia, la indignación también parece tener fallos revocables.

Al final, Bona es más que una jueza; es un síntoma de un sistema donde la justicia y la política comparten cama y almuerzo. Eso sí, que nadie se atreva a mencionar la palabra “escribanía” demasiado alto, no vaya a ser que los revocadores de fallos pidan audiencia.

QUIEBRE INDISIMULABLE 

La política municipal de San Luis no se toma vacaciones, aunque a veces parece que sí debería. El Concejo Deliberante dio la semana pasada  una función memorable con la designación de Laura Sánchez como presidenta del recinto. Pero el verdadero espectáculo no fue su ascenso, sino la implosión interna del bloque oficialista, donde Mario Silvestri quedó expuesto como la gran víctima del show.

El faltazo de Silvestri a la sesión preparatoria no fue un error logístico; fue una declaración de principios. “No me voy del bloque, pero esto fue decisión de Hissa”, dijo el concejal con una mezcla de resignación y diplomacia forzada. Y no es para menos: quedó pintado como un cuadro decorativo mientras el intendente Jorge Gastón Hissa maniobraba para coronar a Sánchez, la concejal con la flexibilidad ideológica de una gimnasta olímpica.

Lo de Sánchez es otro capítulo en el libro de las contradicciones políticas locales. Una presidenta que inspira menos confianza que un puente de cartón. Su historial de vender bancas y saltar de partido como si fueran estaciones de tren genera resquemor en todos los bloques. Pero aquí está, a cargo del Legislativo, dando declaraciones que combinan datos inexactos con una autoconfianza digna de un monologuista de stand-up.

Mientras tanto, Silvestri se convierte en un caso de estudio de cómo no negociar poder. Horas antes de la sesión, juraba y perjuraba que él sería el elegido, pero terminó más perdido que un turista sin mapa. Ahora, su reputación está al borde del colapso, tanto dentro del bloque como frente a la oposición, que seguramente tomará nota de cada tropiezo. Es una bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento, sobre todo si el nivel político del recinto sigue descendiendo al ritmo de quienes lo conducirán en 2025. 

¿Y Hissa? Bueno, el intendente dejó claro que no confía ni en Silvestri ni en Arancibia Rodríguez. Su apuesta por Sánchez no es una muestra de audacia política, sino de pragmatismo desesperado. Al final, el Concejo Deliberante se convierte en el reflejo perfecto de una gestión marcada por las inconsistencias y los equilibrios inestables.

El quiebre en el bloque oficialista no es solo un síntoma; es un diagnóstico. Si este es el nivel de estrategia política que se maneja, no nos queda más que esperar la próxima función.

CAMBIOS DE CAMPAÑA

El Gobierno provincial nos regaló, como quien tira caramelos en una fiesta patronal, otro cambio de figuritas ministeriales. Facundo Endeiza se despide del Ministerio de Gobierno, para abrirle paso a Gonzalo Amondarain, un soldado raso del poggismo con antecedentes que oscilan entre lo anecdótico y lo escandaloso. La justificación oficial: una estrategia electoral. La traducción política: ajustar las tuercas del aparato antes de que alguien más se atreva a cuestionar al patrón de estancia, Claudio Poggi.

Amondarain llega con el encargo de adoctrinar intendentes rebeldes. Nada de diplomacia, nada de consensos: aquí se trata de doblar rodillas o blandir el látigo. El nuevo ministro no tiene reparos en su estilo combativo, aunque lo de “combativo” se lea más como el capricho de un funcionario que, cuando era ministro del Campo, se dedicó a borrar expedientes para evitar pagar multas. Porque sí, cuando uno tiene poder, ¿para qué molestarse con tonterías como cumplir la ley?

Por su parte, Endeiza no se va del todo: ahora lo mandan a Juana Koslay. Aparentemente, su nueva misión es complicarle la vida al actual intendente Toti Videla, quien seguramente estará encantado con la idea de tener a un opositor con la sombra de Poggi trabajando en su propio patio. Recordemos que Endeiza estuvo a un paso de quedarse con la intendencia en elecciones pasadas, así que la jugada tiene cierto tufillo a revancha política disfrazada de “renovación”.

El movimiento deja en claro algo: Poggi no quiere jefes locales con ideas propias ni margen de maniobra. Prefiere un ejército de subordinados listos para marchar al compás de su batuta, incluso si eso significa reciclar figuras que ya tuvieron su oportunidad y no brillaron precisamente por su eficacia. Lo irónico es que, mientras desde el oficialismo se llenan la boca hablando de progreso, lo único que parece avanzar son las maniobras políticas dignas de un manual de caciques del siglo pasado.

Amondarain no es un extraño en esta obra teatral. Su carrera está plagada de gestos que mezclan oportunismo y desdén por las normas. Un perfil ideal para ejecutar las órdenes de Poggi, quien no quiere ministros, sino soldados. Y, claro, alguien con práctica en deshacerse de multas está más que calificado para lidiar con intendentes incómodos.

En definitiva, estos cambios ministeriales son el reflejo perfecto de cómo se hace política en San Luis: se mueve el tablero, pero las piezas siguen siendo las mismas. Y mientras los nombres cambian, el guión sigue igual de predecible. Porque aquí, la verdadera campaña no es electoral, es la de mantener el control a cualquier costo. Y para eso, siempre hay un látigo dispuesto.

PRIVATIZAR ES LA TAREA 

La salud pública está enfrentando su propia tormenta. Ahora, los gremios denuncian lo que parece ser el preludio de una ola privatizadora: el gobierno llamó a licitación para cubrir guardias de tocoginecología y neonatología en la Maternidad Teresita Baigorria. Traducido: el Estado admite que no puede garantizar algo tan básico como la atención en su propio hospital.

¿La razón? La estampida de médicos hacia el sector privado, hartos de salarios paupérrimos, contratos precarios y una persecución digna de una serie de espías de segunda categoría. En lugar de resolver el problema de fondo, la respuesta del oficialismo es tercerizar la salud. Total, siempre hay algún empresario amigo dispuesto a extender la mano (y la factura).

Pero como en este modelo nada se hace a medias, la ministra Nigra parece tener planes más ambiciosos: la posible privatización de Laboratorios Puntanos. Sí, la misma empresa que alguna vez fue orgullo provincial y símbolo de autonomía sanitaria. Hoy, bajo el ala del poggismo, el laboratorio se desinfla a propósito, como si fuera parte de una película sobre desmantelamiento estatal.

Este modus operandi no es casualidad. Privatizar es más rápido, menos complicado, y, para algunos, mucho más rentable. Porque, claro, ¿qué importa si el Estado deja de cumplir su rol histórico? Al poggismo no le interesa defender el modelo que distinguió a San Luis durante décadas, sino instalar su propia versión de un ajuste con aroma a negocio.

Lo irónico es que este esquema privatizador choca frontalmente con la historia de la provincia, famosa por sus políticas públicas sólidas y una administración que, al menos antes, no necesitaba delegar en privados lo que podía resolver con recursos propios. Ahora, el lema parece ser: “Si no puedes gestionar, vende. Y si puedes gestionar, también vende”.

El mensaje del gobierno queda claro: el Estado ya no es el garante del bienestar, sino el gestor de oportunidades... pero para unos pocos. La salud pública, al final, se privatiza en silencio, mientras el modelo poggista se despliega como un ajuste con tintes de negocio redondo.

UNA MANZANA QUE NO PUDRE EL CAJÓN

Desde diciembre pasado, el show político - judicial  nunca descansa, y esta semana le tocó a Víctor Coria ser el protagonista. Imputado por peculado, lo acusan de haberse llevado “algunas cositas” del Municipio para su uso personal. Pero, claro, más allá de los detalles judiciales, lo que realmente brilló fue el espectáculo mediático organizado por Masci y su séquito, donde las acusaciones de corrupción se pintan con brochazos de indignación selectiva.

Es innegable: si un funcionario público mete la mano en el cajón (o en las baldosas, en este caso), debe responder ante la justicia. Nadie defiende lo indefendible. Pero reducir un proyecto político entero a las tropelías de un solo individuo es como culpar al cajón entero por una manzana podrida. Y aquí es donde la moralina del poggismo, con su dedo siempre listo para apuntar, se convierte en un ejercicio de hipocresía descarada.

Porque si seguimos esa lógica cuasi celestial, habría que preguntarse cómo justifican en la intendencia de Gastón Hissa los sobresueldos que se reparten como si fueran caramelos en un cumpleaños. ¿O eso también es culpa de las baldosas? ¿Y las contrataciones millonarias y directas que siempre terminan en las mismas manos cercanas al intendente? ¿Acaso no es también una forma de meter la mano, pero con guantes más elegantes?

Y ni hablar de las persecuciones. El poggismo se ha convertido en un especialista en señalar la paja en el ojo ajeno mientras ignora los troncos en el propio. ¿Cómo olvidar la perorata de Masci cuando fue llevado a la justicia por andar hurgando en la privacidad de los demás? Parece que la vara de la justicia y la moral cambia según el lado del mostrador en el que estén parados.

Lo más grave, sin embargo, es la doble vara que usan para medir la corrupción. Por un lado, exhiben con orgullo a su ministro de Ética, cuyo gran logro es vender chatarra en desuso, mientras su líder máximo no puede publicar su patrimonio sin que salten preguntas incómodas. Porque, seamos sinceros, no es fácil explicar un crecimiento exponencial y más de 30 propiedades cuando tu historia laboral en ANSES dice que siempre estuviste en el Estado. 

Entonces, ¿la manzana podrida envenena todo el cajón o simplemente se saca y se sigue ? Esa es la pregunta que deberían hacerse. Tanto para los que armaron el cajón, que sin dudas deben revisar la conformación y las manzanas que se suben. 

Como para los dueños de la moralina oficialista y los que intentan hacer política en base a el show judicial. 

FELIZ NAVIDAD

Si usted llegó hasta aquí leyendo, sepa que lo que sigue es mero relleno. Los onerosos dueños de este medio, exigen una cierta cantidad de caracteres a completar. Y como ni una caja navideña nos entregaron (a lo Jorge Gastón), debemos cumplir o no nos depositan. 

Es por ello, que queremos desearles una Feliz Navidad y les adelantamos que esta semana estaremos informando sobre los premios “EL MOSQUITO 2024” a los políticos de San Luis. 

Buena semana... 

Premios de la Academia Óscar Pin de Pinterest

Te puede interesar
1212(2)-Cover

Dura agresión contra un trabajador en la Municipalidad de San Luis

Redacción
Actualidad12 de diciembre de 2024

Se conoció un video que muestra imágenes de un hombre golpeando a un empleado por no abrirle la puerta fuera de horario. Municipales aseguran que este tipo de situaciones son moneda corriente en el ambiente hostil en el que viven a diario. Según indicaron, el agresor sería un abogado muy cercano al círculo de poder provincial.

Lo más visto

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email