Tras el papelón del Rosendo Hernández, echaron al director de Vialidad

José La Malfa dejó su cargo casi un mes después del escándalo por las repavimentaciones del autódromo provincial. El gobierno de Poggi gastó más de 2 mil millones en obras que duraron lo que un pestañeo. Ahora, la pregunta es quién paga los errores.

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La salida de José La Malfa de la Dirección Provincial de Vialidad no sorprendió a nadie dentro del gobierno. Venía siendo una crónica anunciada desde que el asfalto del Rosendo Hernández se levantó en plena competencia, dejando en ridículo a la gestión Poggi frente a los ojos del país. La pista recién inaugurada se deshizo como pan lactal bajo el sol puntano, y la versión oficial se derritió igual de rápido. Si bien el gobierno no hizo lo hizo oficial, su salida es un hecho y ya lo habrían comunidados a los funcionarios de la dependencia desde el viernes de la semana pasada. 

Según trascendió entre los propios empleados del organismo, los sobreprecios y las idas y vueltas en las obras fueron moneda corriente. Lo que se presentó como una repavimentación “histórica” terminó siendo un bochorno técnico y político. Las pruebas de materiales no daban los resultados adecuados, pero el negocio debía cerrarse igual, ingenieros preocupados y proveedores muy beneficiados.  

El resultado está a la vista. “Se pasó de asfalto”, dicen los que conocen el detalle técnico. La mezcla debía tener cinco centímetros de espesor, pero llegó a siete, un exceso que terminó despegando el pavimento y exponiendo un trabajo hecho a las apuradas, sin control y con muchas manos metidas en el medio.

El gobierno provincial había gastado una suma millonaria en la refacción del autódromo: 2.000 millones de pesos, según reconoció el propio La Malfa en un video poco difundido, casi como si quisiera dejar constancia antes de desaparecer del mapa. La cifra, superior incluso a lo presupuestado, nunca fue publicada en los comunicados oficiales que celebraban la “puesta en valor” del circuito.

En los pasillos de Terrazas del Portezuelo aseguran que la salida de La Malfa busca descomprimir el escándalo y cerrar el tema antes de que avance una investigación más profunda. Pero muchos funcionarios parecen convencidos de que con renunciar alcanza para borrar el pasado. Error: los expedientes quedan, las transferencias también y las fotos del asfalto levantado son ahora una metáfora perfecta del estado del gobierno.

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