Carta abierta: "Micky" Berardo: a la opinión pública

Actualidad21 de octubre de 2024RedacciónRedacción
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A fin de evitar caer en lo que pretendo combatir, voy a abandonar toda hipocresía y voy a escribir esto a nivel absolutamente personal.

Soy Miguel Ángel Berardo y decidí escribir esto. De ninguna manera desconozco los espacios públicos que he ocupado, mis manifestaciones políticas y mis reconocidas decisiones; todas estas cosas me enorgullecen y también entiendo que cualquiera tenga derecho a cuestionarlas y cuestionarme.

Tampoco desconozco el proceso judicial que se lleva en mi contra y voy a respetar el trabajo de los jueces, fiscales y mis abogados, y el tiempo que me lleve poder demostrar mi inocencia; por eso no tengo miedo de ir preso, solo pretendo que hasta que esto termine poder llevar una vida lo más normal que se pueda en estas circunstancias, sin miedo de salir a la calle, o de ser perseguido en cualquier ámbito para luego ser desprestigiado con cualquier historia surgida del imaginario del algún malvado de turno.

Aquellos que me conocen saben que conozco el juego de la política, que acepto sus reglas, aunque no esté de acuerdo con muchas, pero siempre me gustó discutir ideas, convicciones, no la vida personal y privada de nadie, ese es un límite que nunca crucé y que jamás voy a cruzar. Pero, superado el enojo inicial y habiendo podido reflexionar, elijo realizar esta manifestación absolutamente personal.

Tengo noción cabal de lo que son las enfermedades mentales. He padecido ataques de pánico hace varios años. Los he superado gracias a mi familia y amigos y a que pude comprender que necesitaba ayuda y por eso desde hace tres años hago terapia psicológica y psiquiátrica que me ha podido brindar las herramientas necesarias para no padecer más ese terror que aún recuerdo de aquellos momentos. No  consumo drogas, pero conozco lo que son, un miembro de mi familia sufre consumos problemáticos. Nosotros y él, juntos, llevamos más de diez años luchando y lo seguiremos haciendo.

El primer paso para poder superar estas dolorosas cuestiones es ser capaz de admitirlas y reconocerlas. La sociedad debe contribuir a ese reconocimiento, a esa dura admisión de lo que realmente sucede.

El poder debe ayudar a eso. El poder de los gobiernos y de los medios de comunicación. Nada más nocivo para este propósito que el escrache, la acusación, la estigmatización, el desprestigio. Para ser claros: hablo de enfermedad. Seres humanos, hombres y mujeres y especialmente hoy, adolescentes y niños enfermos que deben ser contenidos y acompañados, no acusados y delatados.

Hay antecedentes, y sin ser demasiado específico, los ochenta y los noventa espantan cuando si se pretendía insultar a alguien, el mote de “sidoso” era la forma de desprestigiar y discriminar. Lo que llevó a miles a evitar los exámenes o evitar tratamientos para no ser, eventualmente, tan brutalmente señalados. 

Y reitero, todos tenemos responsabilidad en esto de generar una conducta social más empática y comprensiva con estos dramas. Pero los poderosos, los medios de comunicación y los gobiernos, mucho más.

De otro modo, por ejemplo, si el gobierno provincial lograra imponer el narcotest, cada funcionario separado de su cargo será brutalmente sospechado de no sé cuántas cosas. El odio que embriaga hoy a la sociedad no se disipa con acusaciones, marcas, y sanciones. Las enfermedades se curan de otra manera, con otra mirada, con otra intención. Podremos tener los mejores centros de atención, pero no habrá pacientes, nadie querrá ser señalado y discriminado.

Asumo la mía, pero cada cual con su responsabilidad. Y quienes gobiernan tienen justamente una responsabilidad pública, única e indelegable. Hay que hacerse cargo, no se puede utilizar una red, un medio, una cámara, un micrófono para despedazar a quienes tienen serios problemas de salud. Y no tiene que ver ni con la política, ni con las elecciones, ni con los partidos. Tiene que ver con la aspiración de una sociedad mejor, más justa, más equitativa, más inclusiva y capaz de sostener a mujeres y hombres con alguna dificultad. Aspiro a ser parte de la construcción de una sociedad mejor en la que mis hijos y los de ustedes, disfruten el inmenso placer de ser, de verdad, felices.

Creo tener mucho para aportar en este y muchos sentidos, pero desde otro lado, estoy rodeado por el amor de mis hijos, de mi familia y amigos, no hay lugar para el odio en mí.

Será desde el amor y la empatía o no será.

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